En las calles más oscuras de la ciudad de Cancún habitan seres extraños (no son las tortugas ninjas tampoco son los teletubbies) estos recurren a la palabra como método de sobrevivencia. Se les ha visto orinar sin piedad sobre sus propios zapatos o en los aeropuertos comiendo hamburguesas masticadas o en los transportes públicos recitando en un tono salvaje y nada pulcro; como queriendo decir: ¡Existimos! No nos echen agua, no nos corran y ni mucho menos nos tiren piedras. ¿Cómo se originaron, qué comen, hacen de baño, se bañan, duermen, cómo se reproducen? Son algunas de tantas preguntas que aún se investiga. Lo que no hay duda es que perciben con una sensibilidad extrema otra realidad, por lo tanto, renuevan el lenguaje cotidiano. En una de sus apariciones unos de aquellos seres (líder o papá de los pensitopodos) se presentó de esta manera:
PENSITIPODO
Yo debo ser un espécimen escritosapiens introvertuso
de concha caracola vertida
con ramificaciones o algo parecido a un pensitipodo
cuerilitipedo como astroreptuso
algo común de mi sobre especie
sin más evolución que el no querer ser un sujeto
un algo inevitable que fue y volverá ser
desconocido por la raza de mi nombre
corredor nocturno por otros soles
investicultimilipalidi sufilitipordele
algo otro o u otra, cosa extraña
y deba ser porque de los pies despego
solo aterrizajes
nada se contiene en el concepto hombre
deba ser porque fui, y
seré
porque ya era.
Estos seres cuestionan la vestidura de la vida, como ya se mencionó con anterioridad usan la palabra para reconocerse encontrarse y chuparse todo lo que sus ojos puedan tocar, en su lógica mental dicen:
Escribir es una redundancia de vida puesto que es la sangre
quien recorre con el viento el universo de la palabra
qué importa que muera el mundo acaso no es natural el ciclo,
los ciclos
la pasiva forma de aceptarlo, para nada resignante
que nos hace pensar que un pie gigante al pasar por el
hormiguero ,,,,,,,,,,,,,,
nos oscurezca el sol o elimine una planta de la rama de la
humanidad
o que las sequias no sequen nuestros labios
o que no mudemos los colores
que natural se miran las plantas y las flores marchitas
yo no tengo prisa
se terminó la prisa de la juventud.
A diferencia de civilizaciones antiguas que no dejaron rastro, estos seres quieren dejar en evidencia que estuvieron poblando estas tierras caribeñas. De la basura de un mundo consumista, ellos reciclan los desperdicios de cartón, y los convierten en libros, y los nombran; La fe de los Diositos, 2014 (Editorial Cartonera Hortera) es un ejemplo de aquellos libros, el cual nos dejan como testimonio.
Así que si ves uno caminando por las calles de Cancún, acércate y pregúntale si es de la comunidad de los pensitopodos. He aquí otro de sus inconvenientes de este mundo:
Lo uno
No es casualidad que sienta que soy dos,
y en el padre minúsculo que fui
mi madre tuvo que haber sido dos
dos mi madre antes de sus padres,
¿Por qué? Tuvo haber sido el uno con mi madre
en otro padre de otra madre, no solo un fin
yo seré dos y al seguir uno…
es verdad que el abuelo sigue aquí
donde se gira el mundo donde se es noche
donde reposan las costelaciones en su inercia
¿Qué bolsas se rompe cuando el cuerpo se estalla en esa forma
lenta al ser tierra?
¿Qué padres nos mesen y que cuna nos habitan?
si hoy muriera el mundo seguiríamos siendo uno
en algún testículo gravitatorio o de algún ovulo planetario
e recorrería una trompa, un falo, alguna fuerza que muy bien
no explica la ciencia
pero seguiríamos siendo uno
y si al abrir los ojos de la mañana las nubes que caminan
obre mis pensamientos aun platican con el rayo solar
afuera de la venta
todo seguiría siendo uno.
Entonces qué dijo, en eso estamos, descifrando el lenguaje. Bye.