Rodrigo Quijano (Mérida, Yucatán). Es autor del libro La Sal Enferma (SEDECULTA 2015) y segundo lugar del Certamen Regional de Poesía José Díaz Bolio del año 2013. Se ha formado en las aulas de la Universidad Autónoma de Yucatán y la Escuela de Creación Literaria del Centro Estatal de Bellas Artes. En 2014 se hizo acreedor a la beca INTERFAZ del ISSSTE por su trabajo literario. Obras suyas pueden encontrarse en revistas digitales como Efecto Antabus, Morbífica y Círculo de Poesía.
MONÓLOGO DEL SORDO
Ayer soñé con la Poesía.
Su música brotaba como un ramo
de alondras y de soles.
Soñé que mis oídos
se ennegrecieron con la “te” de la tristeza
y todas las vocales
brillaron en las minas de tu boca.
Tu voz,
vagón de fuego,
Atravezó mi ensoñación y nubarrones
de ruido se esfumaron en la punta de mi oreja.
No sé
si la mudez abandonó la plaza de mi cuerpo,
o si la llave del alcohol
giró la cerradura del sonido.
Lo cierto es
que en la bahía de mi mente
relampaguea el faro de tus versos.
CANCIÓN EXTRANJERA
Mi patria tiene el cielo abierto.
Por ella navegan aeroplanos y cometas.
Allá se canta en mil idiomas
y la sonrisa germina
en campos de todos los colores.
Mi patria sabe a arroz por las mañanas.
A té con leche por la tarde
y chocolates al anochecer
Su gente espanta el calor con los tambores
y el frío con un acordeón
que dobla los silencios.
Regresaré pronto a mi patria
cuando la hierba borre
las últimas fronteras.
CABARET
No me has dicho tu nombre.
Supongo que ante el dedo azul del reflector
tu cuerpo cansado
busca el anonimato de la noche.
La rudeza del whisky
moja el tren de tus palabras
y la formalidad de la tarde
se aleja a toda prisa.
Tienes por doble mi edad
y sin embargo
no eres menos primeriza que mis ojos.
Desde tu angosta tarima
trazas los únicos pasos que Madame
pudo enseñarte cuando tenías doce años;
cuando tres centavos te hacían sonreír
y bailar no era
esquivar las manos del Deseo.
− Ahora se cobra todo −
murmuras a los hombres a la mesa
mientras te vas cantando
una canción de cuna.
TZOPANTLI
Al jardín de Moctezuma
van parvadas de guerreros.
El paisaje lacustre de sus ojos
reconstruye con su paso las acequias.
Llevan en la mano
las fotografías de sus muertos:
—Son cuarenta y tres, murmura un águila abatida.
—Ellos son las flores de la guerra.
PADRE COSMOS
Nadie sabe porque tiene las mejillas consteladas
ni porque se juntan nubecillas en sus sienes.
Desde sus ojos de luna
hasta sus manos fugaces
es un misterio cósmico.
Tiene la voz de Júpiter
atravesada por cometas
y su palabra
se abre paso como una supernova.
También posee más anillos que Saturno.
Su frente está orbitada por millares.
Yo he visto aparecer un nuevo anillo cada día
cuando se sienta a remendar
el hoyo negro del olvido.