El monstruo, presente en el imaginario colectivo desde los orígenes de la humanidad, ha sido un pretexto de la literatura y del arte en general para la creación.
Una característica principal del monstruo es su maldad, innata e inherente, obvia, pero necesaria, casi excusa, para enaltecer la bondad de sus opositores, dioses o héroes.
La idea del monstruo, en general, ha ido evolucionando con el paso del tiempo, pero siempre ha tenido características definidas: evoca lo desconocido, lo que se esconde a la luz y habita en las sombras, lo diferente, lo hostil, lo poderoso, lo que se teme.

Criaturas monstruosas hay muchas, en todas las culturas, desde aquellas que presagiaban desgracia, pensemos en el Ragnarock y Fenrir o los tres gallos infernales; aquellas que son un castigo de los dioses, como Medusa o Escila o las sirenas; hasta aquellos seres que son diferentes, foráneos, externos, pensemos en lo que los griegos llamaban bárbaros, aquellos que como el cíclope consumían carne humana o como los lotófagos, la dulce flor de loto, seres que no eran como el griego común, los “comedores de trigo” como Homero los llama en su poesía.
En este caso, hablamos de monstruos modernos, un Kraken es uno que se formó oficialmente en el siglo XIX, cuando Carlos Linneo lo incluyó como cefalópodo en la primera edición de su Systema naturæ (1735).
En este caso hablamos de un monstruo que tiene muchos tentáculos… o muchos hijos, dispersos a los lados del Caribe.
No puedo ahondar mucho en el proceso, estuve distante de él, desde el nacimiento de la idea hasta las tertulias, tertulias seguramente, que se sucedieron para que este “feliz” ejemplar saliera a la luz.
Algo que me llamó la atención es la edad de los escritores reunidos, algunos nacidos bien entrados los noventas, cerca, incluso, de los dos mil, con versos como los siguientes:
Una carta es lo único que queda cuando olvidas el teléfono en el carro
o el dinero para el alquiler
o la manutención
que experimentan con temas tan variados como la odisea de un fotógrafo que pareciera emular el destino de Ken Oosterbroek, asesinado en Sudáfrica apenas diez días antes de las célebres elecciones de 1994, que consolidaron el término del apartheid, o los últimos instantes del tristemente célebre George Kelly Barnes, el joven ladrón más buscado de California y San Francisco, muerto de un infarto en la penitenciaría Leavenworth, el 18 de julio de 1954.
Las cicatrices son el más bello asesinato
Páginas más adelante me topo con el joven, pero viejo conocido Daniel Medina, de trayectoria considerable, a sus 23, quien retoma el simbolismo fantástico, extravagante, místico y contreras de Odilon Redon.
Los caballos son
naturaleza muerta
aunque la historia
te diga lo contrario
A David Pimentel no lo conocía, poeta nacido de Interfaz, chetumaleño, que a pesar de su cuarto de siglo ya le canta al Chetumal de antaño, el de casitas a la usanza inglesa, el que no sobrevivió al fatídico 27 de septiembre de 1955, cuando Janet tocó tierra con vientos de 280 kilómetros por hora.
Acaso todo lo que pueda decirse sea esto:
un arrastrado caracol en ruina
que trajo la tormenta en la destrucción.
versos que hacen referencia a “La Casa Voladora”, icónico edificio que albergaba a 28 personas y fue arrancado de su base y arrastrado al menos 300 metros por el tsunami posterior al ciclón.
Luego me topo con la “poesía paella” de Thaís Espaillat: Este poema tiene nombre de gato, que conjuga dos de mis amores, el océano y los mixos con los únicos seres que merecen morir en este mundo pero que van a sobrevivirnos, las cucarachas.
Las cucarachas han secuestrado el mar.
Lo puedo oír pidiendo ayuda
debajo de la calle de mi casa
mientras me parqueo…
”Poesía paella” es un término muy personal y está relacionado con este platillo, extravagante, con muchos elementos, que a simple vista podría parecer incluso poco atractivo, pero que al desmenuzarlo funciona. Tampoco conocía a esta chica, que es consciente de las luchas titánicas de este siglo, y al mismo tiempo de su pequeñez y finitud personal, pero que, aunque sabe que la batalla está perdida (o casi) y se enfrenta a ella con desesperanza, no deja de creer en un final feliz y en una especie de héroe, en este caso otro gato.
…los nadires se tocan, los silencios huelen a protesta, las piedras y el hambre, acaso el hombre y sus sentidos, o acaso el dios que no comprendo, todos juntos ensamblaron los arpegios de las cosas y se olvidaron, de eso estoy seguro, de escuchar la composición profunda de un lamento…
nos dice Noel Alonso Ginoris, cubano, de 24 años, en el poema VIII, que hace reminiscencia a Béla Bartók, cuyos arpegios, ilustra el poema para los que somos poco duchos en música, están ligados a las leyes de la Proporción Áurea.
No gastaré a todos los autores, o las obras plasmadas en el fanzine. Me limité a reseñar a los nacidos después de los 90s, poetas todos. Queda crítica, ensayo y arte visual. Que lo disfruten.
Al cerrar el ejemplar, un epílogo como anillo al dedo, para mí y todos los poetas de treinta y algo:
un día
uno iba a ser homero
la obra nada menos que una ilíada
después
viendo el paquete
alcanzaba para ser un rimbaud
un ungaretti un fernando pessoa cualquiera
un lorca un éluard un ginsberg
al final
terminamos siendo el pequeño poeta de provincia
que siempre fuimos
por detrás de tantas máscaras
que el tiempo trató como a flores

Hola! recién veo que han mencionado un poema mío. me gustaría saber si puedo leer todo el artículo? están en Facebook? Saludos.
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