Edith Castillo Quintal, nacida en Chetumal, Quintana Roo el 18 de Agosto de 1997. Es estudiante de la licenciatura en Humanidades en el área de Historia de la Universidad de Quintana Roo.
Es ganadora de la Beca de Literatura del Festival Cultural Interfaz, Mérida 2018. Ha asistido a talleres de Creación Literaria con el Mtro. Javier España, al igual que es promotora cultural por parte del Instituto de la Cultura y las Artes de Quintana Roo, en el programa de “Fomento a la Lectura en Comunidades y Colonias Populares” en los años 2018 y 2019.
Ha colaborado en la revista literaria independiente “Gata que ladra” de la red de revistas de Ático, y en la revista electrónica “Vita et Tempus” de la Universidad de Quintana Roo.
Correo electrónico: edith_9708@hotmail.com
Actualmente radica en Chetumal Quintana Roo.
“Oda al Anáhuac”
I
Eterno portento cósmico vuelto hombre,
cultivo sustento de Tonatiuh, fámulo
alimento terrenal que nombras al náhuatl.
Planta ancestral, naciente guerrero.
Trazan los desiertos, bosques, montañas y
mares, el cobijo de nuestra cólera herencia.
Tierra azteca que yace en mitológicos lagos.
Fueron nuestros abuelos hombres del hule,
nuestros futuros nietos, fríos ibéricos.
Somos el primigenio ejemplar oculto,
piramidal existencia nuestra
de un imperio que canta al Anáhuac.
“Lugar donde los hombres se convierten
en dioses”, sentencia herida del Aztlán,
es Huitzilopochtli el preludio de su tinta.
Ave imperial, devoradora de serpientes.
Cactáceo descanso del depredador rapaz
enardece tu vital inicio, vetusta quimera.
Ostentoso gritas el nombre Tenochtitlán,
poderoso imperio que camina sobre el
cadavérico andar de su pueblo.
Es Quetzalcóatl la luz de tu pueblo,
de aquél cegado dogma que cubre
entre sombras, llameante tormento.
“Esfinge”
II
Tercera abatida, disfrazada esfinge
llamada Cortés, que desembarcó en un santuario
de luna. Es Ixchel, la maya cordura de la isla.
Fue Cozumel quien vio la cruz primera,
encima, la pirámide, templo fértil y medicinal
fue agonía sacramental en lengua romana.
Aguilar y Guerrero sobrevivientes de naufragios.
La Malinche, amante prisionera de raza creadora.
Báculos lingüísticos entre dos trasatlánticos mundos.
Contempló sus navíos arder con orgullo,
conveniente aroma a madera quemada
por unas manos que nunca fueron suyas.
De inteligencia pericia, Cortés, sabio
navegante en tierras desconocidas,
desmesurado fuego en tinieblas del Mictlán.
Final suplicio fue su llegada,
frente a tal ignorancia ventura,
clamando el poder de Castilla.
Tan exorbitante urbe contemplas caer,
la calzada de los muertos renaces al
nombrar la nueva colonia de don Carlos.
Hispánica victoria tras suplicios olvidados,
dominio eclesiástico acreditado por la cruz.
Mictlantecuhtli en la oscuridad, aguarda su vendetta.