Texto leído por su Fernando de la Cruz durante la presentación del poemario Introspectum Vide (Editorial Rotación y Ayuntamiento de Othón P. Blanco, 2015), de José Germán Solórzano Hidalgo, el viernes, 1 de febrero de 2019, en el Centro Cultural Colibrí, en el Centro Histórico de Mérida, Yucatán.
Como preguntas de ámbar
Introspectum Vide, de Germán Solórzano
Fer de la Cruz
Hace casi dos mil doscientos años tuvo lugar la rebelión de los Macabeos contra los invasores macedonios. El héroe de la resistencia, Judas Macabeo tomaba decisiones estratégicas para sus combates haciéndose una pregunta, señalando, a ciegas, un punto en los manuscritos sagrados, y era así como obtenía la respuesta. Recordaba este dato bíblico al leer, en Introspectum Vide, una serie de preguntas altamente poéticas como las siguientes:
“¿Acaso el silencio me ha olvidado?”
“¿El átomo se llora en Dios?”
“¿Será el mar flechando el insomnio de la tarde?”
“¿Qué es este colapso que nos engulle
que devora nuestros cristales de espuma
nuestros anteojos incrustados en la carne
después de la primera sombra de la noche?”
“¿Será sudor infinito del costado de las nubes?”
“¿Qué se puede decir cuando ya todo es cierto
y la mano que estrecha horizontes
pende de la cúpula más alta?”
“¿En qué poema se escribió la vida?”
Germán Solórzano
En los arcanos bosques del territorio que hoy llamamos Chiapas, la vida palpitaba dentro de la corteza de los árboles. Me refiero a los bosques que florecían hace veinticinco millones de años cuando el ámbar aún era resina; y cuando digo vida, quiero decir eso mismo: las sartas de milenios contenidos en cuentas como cuentas aromáticas en el punto perfecto de su cristalización. “¿Serán lágrimas derramadas / este cristal en gotas?” (35), pregunta Germán Solórzano. Intento dar respuesta: Al leer estos poemas, siento brotar yo mismo
y emerjo de la corteza de un árbol de Simojovel, más allá de caudales de hojas secas, y siento cristalizarme todo, hacerme ámbar sediento de luz en la profunda oscuridad, en espera de ser descubierto en una antigua caverna, en espera, espera…
En tanto, lanzo las preguntas van brotando de mí entre las páginas como vetas en la roca. La primera: ¿Por qué el ámbar como punto de partida, como punto de poesía? Nos responde un poema de Germán: “Porque las gotas de cielo astillan la flor / Porque el polvo inhala universo / Porque el cosmos se refleja en los ojos / Porque el aire se dispersa en palabras” (34).
En una presentación discursiva, plantearía argumentos como: En estas introspecciones líricas sobre la vida y lo que se esconde tras su sombra, a sus espaldas y bajo sus pisadas, Germán Solórzano canta el dolor de la espera, la espera fosilizada en cada hora, la espera ante el infinito, entre la incertidumbre de los días y la certeza de la muerte. Germán nos dice: “Espera ese instante / cristalizado en el umbral de la mecha / las piedras de la aurora” (38).
Pero en este formato de preguntas y respuestas, mi siguiente pregunta: ¿Y en la espera, qué somos? Como el Macabeo, encuentro en este libro la respuesta: “Somos un instante que se pierde tras el ocaso / o una sombra extraviada tras la puerta […] Somos el pez muerto en el río obsesionado” (38). Si eso somos, ¿qué es exactamente esa lágrima de ámbar que portas en el pecho? La respuesta: “Una gota de amargura / en los ojos del mendigo que se va / Un eslabón pulido en el silencio / Una perla encumbrada / sobre el dolor en las manos” (39).
Insisto en mis preguntas: ¿Desde mi pequeñez qué puedo hacer? Germán escribe: “hasta la menor criatura se hace inmensa / y se regocija de soles aún no descubiertos” (47). Vuelvo a insistir: ¿Y mi vida qué importa ante tanta imponente vastedad? Germán declara: “He muerto / a nadie le importa […] Aquel que tiende sus redes desde lo alto / me hizo a su semejanza / minutos antes de verse al espejo” (50). ¿Y si decido olvidarme? Esta vez responde el prologuista, Juan José Valdespino: “La memoria molesta como un mosquito impertinente, la muerte danza entre las horas” (10), y prosigue: “En INTROSPECTUM VIDE es recurrente lo inerte como una continuación de la muerte diosa, la muerte biológica, la muerte lúdica, la muerte ceremonial” (11).
Y como en tácito reclamo de este formato tan inquisitorio, remata el prologuista: “el poeta prueba primero con espejos, luego con cristales rotos, con burbujas, con luz refleja, desea atrapar la imagen de lo inefable […] de pronto se descubre vivo sí, pero muerto en un espejo, que termina rompiendo, pero no son vidrios, son cenizas” (11).
Prosigo yo: En ese Bacalar de la Laguna de los Siete Colores, en nuestro vecino y hermano estado de Quintana Roo, habita el poeta Germán Solórzano, quien le ha cantado a la soledad y al dolor que con especial sensibilidad percibe, como emanados desde cada punto del planeta. Y cierro con dos de los epígrafes de este lúcido poemario, sabiamente elegidos por su autor. El primero es de José Luis Martín Descalzo del que cito el fragmento con el que el libro remata: “El hombre, en una encrucijada de su vida, se encuentra con el dolor […] y con todas las desgarradoras preguntas que plantea, la voz se vuelve ´grito´ […]”. Líneas antes, declara Villaurrutia: “Dudo si responder / a la muda pregunta con un grito / por temor de saber que ya no existo.”
Una última pregunta: ¿Convendrá cerrar esta participación con líneas de otros? Mejor con un magnífico poema de Germán, con el que da cierre a su libro que hoy presentamos, Introspectum Vide:
Designios
Es difícil volar en este pájaro de pocas hojas
ni nadar en lo confuso:
Nos picoteamos las plumas
nos desgarramos el vuelo
nos extirpamos las escamas
Yo
desgajo las ramas
hago raíces de su leña
arranco su nácar en corteza
recorto espinas a su viento
y en las tardes de rabia
cuando el tiempo también se aburre
extraigo amuletos para hacerme ámbar.
Fer de la Cruz. Poeta yucateco nacido en Monterrey, Nuevo León, en 1971. Máster en Español por Ohio University. Es miembro del Consejo Directivo de la Merida English Library, así como del Consejo Consultivo del Patronato ProHistoria Peninsular (Pro-Hispen), en Literatura. Con su poesía lírica y para niños ha ganado dos premios nacionales, dos estatales y dos regionales. Además cultiva la poesía satírica pues considera a nuestro México lindo y querido una mina de oro para dicho género. Acaba de publicar su libro para niños El corazón de Plutón y otras dulzuras, bajo el sello editorial de SEDECULTA y ahora trabaja en reediciones de varios de sus libros.